Lo mejor de Bigott no es sólo su
música y la voz poderosa y fuerte que tiene su cantante y líder del
grupo, Borja Laudo, lo mejor es el conjunto: los bailoteos, el resto
de personajes que componen la banda, los golpes de efecto y cómo
puede hacer moverse a un público moderno acostumbrado a conciertos
menos bailones.
Ataviado como una sábana como si de un
fantasma se tratase, salió al escenario aupado por el público de la
sala Joy Slava, sede de este ciclo musical llamado Pop & Dance.
Los sonidos con tintes psicodélicos dieron paso al primer tema de
la noche, Prince Naseem Hamed, seguido de la lenta y emotiva Algora Camnpeón,
dedicada al fallecido Sergio Algora, miembro del mítico grupo Niño
Gusano.
Luego vinieron temas de discos
anteriores como Pachanga, Le Petit Matien, acompañada del coreo del
público, Endlessly y She is My Man. God is Gay trajo el júbilo de los presentes. Un público al que no descuidó durante el largo
concierto. No dijo ni una palabra –no es de extrañar si tenemos en
cuenta lo esquivo que es con la prensa y que es un hombre aislado de
whatssaps-. Llegó el turno de Trees Gone Motion, Cool Single Wedding y New
York s'eveille.
Luego hizo amago de irse, pero volvió
y sonó el temazo Cannibal Dinner, luego vinieron Turkey Moon, con sus
toques de jazz y su percusión, y Flying Zirkus. Volvió a desparecer
y regresó con Dead Mum Walking que dio paso al colofón final: de nuevo Canibal Dinner, pero esta vez en versión remix y acompañada de una curiosa coreografía que bailaba toda la banda mientras una lluvia de burbujas de colores revoloteaban por el escenario.
El concierto no podía haber acabado mejor: con un público
dispuesto a ser canibalizado por esta gran tribu musical.
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